Pinky Swear IV
- ¿Perdonaras mi vida? – repitió la hermosa joven de cabellera lila para acompañar sus vocablos con una risita burlona.
- ¿Acaso no temes morir? – le pregunto algo confundido, por lo general sus rivales llegado el punto dónde él tenía sus vidas en sus manos empezaban a llorar y suplicar porque no los matara, pero esta chica solo reía mofándose de su benevolencia. Oficialmente, lo que la fémina tenía de hermosa lo tenía de demente.
- Si alguien morirá hoy… serás tu… a no ser que uses las espadas – dijo volteando algunos grados su cabeza para ver con sus raros orbes a Tobii.
- Una chica muy confiad… - antes de poder terminar su oración un inmenso lobo de elemento rayo salió de la nada contra Tobii, que aunque intento esquivarlo el jutsu había provenido de su punto ciego por lo cual termino electrocutado – Maldición – musito saltando lejos de la chica – Ya veo tu arrogancia, no estabas sola – dijo dándose cuenta de que había alguien más, y su sospecha fue confirmada cuando otra mujer, pero esta vez de una preciosa cabellera dorada salió de entre las ramas directamente hacia él, en esos instantes vio que tenía los mismos ojos que la de hebras lilas.
La peli-rubia, usaba taijutsu uno muy potente, rápido y certero que fuese podido evitar en muchas ocasiones de no ser porque la peli-lila se había unido a la lucha. Dos contra uno, realmente desventajoso y más aun porque esas dos damas poseían un alto nivel shinobi, uno que el joven mizukage solo había visto en una Kunoichi. Recibiendo más golpes de los que lograba acertar, el joven se dio cuenta de que si deseaba salir con vida de esa pelea debía usar kenjutsu, con su espada lograría detenerlas… por lo que ignorando su propio comentario de “no hacerle caso” a la chica numero 1 saco de entre sus ropas un pergamino. Al ver esa acción ambas mujeres retrocedieron.
- No me digan que le tienen miedo a un pergamino – se mofo de ellas, abriendo el pergamino, y dándose cuenta que más que asustadas parecían ansiosas… - ¿Por qué las mujeres hermosas siempre son una psicópatas? – pensó pesadamente colocando su mano sobre uno de los sellos – Les presentaré a mi espada… Kusanagi - dijo pero antes de poder traerla a ese espacio y tiempo, alguien más apareció a su espalda.
- Mejor trae al Narsil Negro… - Tobii quedo helado ante la mención de la espada de Vallo-Oh, intento girarse para ver a quien tenía atrás pero fue en vano; fuese quien fuese había inyectado chakra a su cuerpo bloqueando el flujo de este a sus piernas y dorso, estaba literalmente paralizado y asombrado de que otra vez, llegaran por su punto ciego.
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- Entonces con este pergamino podré invocar a cualquier espada – pregunto asombrado a su sempai.
- Así es, siempre y cuando el sello entre la espada y el pergamino este activo – le respondió ocultando la gracia que le causaba el asombro de su Kohai, aun después de tanto tiempo él continuaba siendo un niño en su interior, un pequeño que no dejaba de sorprenderse hasta por lo más mínimo... claro siempre y cuando tuviera que ver con los 7 Espadachines de la niebla.
- Hasta podría invocar a… Narsil Negro – volvió a cuestionar causando que la fría mirada de su sempai, se posara sobre el pergamino con un leve vacío en sus azules ojos. En ese momento Tobii se odio, por mencionar a la espada y por hace recordar a Vallo-Oh lo mucho que le preocupaba el porvenir de su oscura arma.
- Hasta a Narsil Negro – respondió con frialdad.
- Pero… eso no es peligroso, si el pergamino llega a ser robado… - dijo entrando en pánico, pensando lo peor.
- No será robado, porque Tobii-san nunca dejara que eso suceda… ¿O me equivoco? – dijo llevando sus orbes del pergamino a su kohai pelimorado.
- Yo… supongo… - tartamudeo dudando de la responsabilidad que Vallo-Oh colocaba en sus hombros, no solo las espadas de los restantes espadachines sino a Narsil Negro.
- Estoy seguro, que Tobii-san lo cuidara muy bien… yo confió en ti – afirmo colocando una de sus manos sobre la cabeza del recién nombrado Líder de los Espadachines. Ante esa acción Tobii se sonrojo, debido a la vergüenza de que Vallo-Oh depositara su confianza en èl.
- Si, cuidare este pergamino con mi vida. Nunca dejare que nadie ponga las manos en él ni en las espadas de la niebla y mucho menos en su Narsil Negro – proclamo con mucha convicción haciendo que Vallo-Oh sonriera ante su reacción.
- ¿Acaso no temes morir? – le pregunto algo confundido, por lo general sus rivales llegado el punto dónde él tenía sus vidas en sus manos empezaban a llorar y suplicar porque no los matara, pero esta chica solo reía mofándose de su benevolencia. Oficialmente, lo que la fémina tenía de hermosa lo tenía de demente.
- Si alguien morirá hoy… serás tu… a no ser que uses las espadas – dijo volteando algunos grados su cabeza para ver con sus raros orbes a Tobii.
- Una chica muy confiad… - antes de poder terminar su oración un inmenso lobo de elemento rayo salió de la nada contra Tobii, que aunque intento esquivarlo el jutsu había provenido de su punto ciego por lo cual termino electrocutado – Maldición – musito saltando lejos de la chica – Ya veo tu arrogancia, no estabas sola – dijo dándose cuenta de que había alguien más, y su sospecha fue confirmada cuando otra mujer, pero esta vez de una preciosa cabellera dorada salió de entre las ramas directamente hacia él, en esos instantes vio que tenía los mismos ojos que la de hebras lilas.
La peli-rubia, usaba taijutsu uno muy potente, rápido y certero que fuese podido evitar en muchas ocasiones de no ser porque la peli-lila se había unido a la lucha. Dos contra uno, realmente desventajoso y más aun porque esas dos damas poseían un alto nivel shinobi, uno que el joven mizukage solo había visto en una Kunoichi. Recibiendo más golpes de los que lograba acertar, el joven se dio cuenta de que si deseaba salir con vida de esa pelea debía usar kenjutsu, con su espada lograría detenerlas… por lo que ignorando su propio comentario de “no hacerle caso” a la chica numero 1 saco de entre sus ropas un pergamino. Al ver esa acción ambas mujeres retrocedieron.
- No me digan que le tienen miedo a un pergamino – se mofo de ellas, abriendo el pergamino, y dándose cuenta que más que asustadas parecían ansiosas… - ¿Por qué las mujeres hermosas siempre son una psicópatas? – pensó pesadamente colocando su mano sobre uno de los sellos – Les presentaré a mi espada… Kusanagi - dijo pero antes de poder traerla a ese espacio y tiempo, alguien más apareció a su espalda.
- Mejor trae al Narsil Negro… - Tobii quedo helado ante la mención de la espada de Vallo-Oh, intento girarse para ver a quien tenía atrás pero fue en vano; fuese quien fuese había inyectado chakra a su cuerpo bloqueando el flujo de este a sus piernas y dorso, estaba literalmente paralizado y asombrado de que otra vez, llegaran por su punto ciego.
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- Entonces con este pergamino podré invocar a cualquier espada – pregunto asombrado a su sempai.
- Así es, siempre y cuando el sello entre la espada y el pergamino este activo – le respondió ocultando la gracia que le causaba el asombro de su Kohai, aun después de tanto tiempo él continuaba siendo un niño en su interior, un pequeño que no dejaba de sorprenderse hasta por lo más mínimo... claro siempre y cuando tuviera que ver con los 7 Espadachines de la niebla.
- Hasta podría invocar a… Narsil Negro – volvió a cuestionar causando que la fría mirada de su sempai, se posara sobre el pergamino con un leve vacío en sus azules ojos. En ese momento Tobii se odio, por mencionar a la espada y por hace recordar a Vallo-Oh lo mucho que le preocupaba el porvenir de su oscura arma.
- Hasta a Narsil Negro – respondió con frialdad.
- Pero… eso no es peligroso, si el pergamino llega a ser robado… - dijo entrando en pánico, pensando lo peor.
- No será robado, porque Tobii-san nunca dejara que eso suceda… ¿O me equivoco? – dijo llevando sus orbes del pergamino a su kohai pelimorado.
- Yo… supongo… - tartamudeo dudando de la responsabilidad que Vallo-Oh colocaba en sus hombros, no solo las espadas de los restantes espadachines sino a Narsil Negro.
- Estoy seguro, que Tobii-san lo cuidara muy bien… yo confió en ti – afirmo colocando una de sus manos sobre la cabeza del recién nombrado Líder de los Espadachines. Ante esa acción Tobii se sonrojo, debido a la vergüenza de que Vallo-Oh depositara su confianza en èl.
- Si, cuidare este pergamino con mi vida. Nunca dejare que nadie ponga las manos en él ni en las espadas de la niebla y mucho menos en su Narsil Negro – proclamo con mucha convicción haciendo que Vallo-Oh sonriera ante su reacción.