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Inico de una Leyenda
Los arboles se movían suavemente al compas de la brisa del ocaso, el cielo se teñía de múltiples colores anaranjados para luego dar paso al tono oscuro de la noche. El firmamento poco a poco se llenaba de estrellas mientras la luna ese día estaba en fase menguante, como si en aquella curvatura arrullara a los viajeros nocturnos. Los búhos empezaban sus melodías escalofriantes, todos al mismo ritmo como si de una orquesta se tratara. La noche en aquel bosque no podía ser más tranquila y placentera.
Las horas pasaron y pasaron, y justo antes de la media noche un estruendo hizo salir volando a las aves que dormían y corriendo a aquellos que habitaban el suelo; un segundo estruendo se volvió a escuchar pero ahora vino acompañado por una fuerte ráfaga de viento que cortó varios árboles haciendo que sus hojas empezaran a caer sin embargo antes de que estas siquiera llegaran a la mitad de su recorrido volvieron a alzar el vuelo como si algo fuese evitado que siguieran su camino. Y así fue porque varios ninjas se detuvieron en algunas ramas.
- ¡Maldición! ¿Dónde pueden estar? – pregunto uno de los ninjas al que parecía ser el líder.
- No lo sé, pero no pueden ir lejos solo son niños. Sigamos, sé que pronto los encontraremos – ordeno y como por arte de magia todos desaparecieron.
……………………………………………………………………………………………………………………………………
La media noche estaba justo por llegar, cuando en la zona oeste de ese bosque dos pequeños corrian sin detenerse. Sus ropas iban sucias, llenas de sangre y rasgadas, el más pequeño lloraba desconsoladamente mientras la, que parecía ser, mayor prácticamente lo hacía correr sujetando su mano.
- ¡Basta, deja de llorar! – grito al niño al tiempo que se detenida y lo miraba de frente, pero su orden en vez de calmarlo hizo que este estallara en aún más lágrimas causando culpa en la jovencita – Por favor, hermanito, no llores más, debemos continuar, debemos escapar… - le dijo mientras lo acobijaba entre sus brazos tratando de calmarlo.
- Pe…pero… madre… padre… nuestros amigos… todos… todos… están… muertos… - musito entre sollozos casi imperceptibles ya que se perdían en los brazos de su hermana mayor - ¿Cómo puedes no… llorar… no tener miedo? – pregunto sin dejar de llorar.
- Si tengo miedo, si quiero llorar… padre y madre… los demás… pero no podemos hacer nada, se sacrificaron para que pudiésemos escapar no podemos dejar que ellos nos encuentren... debemos continuar y escondernos… - dijo tragándose sus ganas de sollozar, debía ser fuerte por su hermanito menor, por él pelearía, por él moriría si fuese necesario – Vamos, debemos continuar – susurro separándose de él para tomarlo de nuevo por su manito y volver a correr.
El niño solo asintió con su cabeza para volver ser arrastrado por su hermana mayor. El cabello de ambos bajo la luz de la luna parecía ser de colores morados, siendo mucho más oscuro en el masculino.
Los niños no habían corrió más de 5 metros cuando un kunai rozo la mejilla de la mayor haciendo que esta se detuviese en el acto mientras sus orbes violáceos buscaban de donde había venido el ataque.
- ¿Sus padres no les dijeron que los niños buenos se van a la cama a las 9:00 pm? – dijo un ninja de vestimenta totalmente negra desde una de las ramas de los arboles. La niña al verlo palidecío colocando a su pequeño hermano tras ella.
- Si, muchas veces pero hoy no me lo recordaron porque TU bastardo los asesinaste – escupió con mucho rencor mientras pensaba una forma de librarse de su perseguidor pero teniendo a su hermanito con ella iba a ser realmente complicado.
- Son muchas tus agallas, espero que las conserves cuando este robando tu Kekkei – pronuncio con un tono de gran malicia.
- Primero me sacrifico antes de dejar que te lo quedes… - le respondió, quizás si lo distraía podía lograr que su hermanito huyera no importaba si ella moría.
- Cómo hicieron todos los de ese clan… es una lástima que un Kekkei tan preciado se pierda de esa forma… - recordó haciendo un gesto de pena con sus manos.
- Lo distraere, en ese momento tu correrás lo más rápido que puedas… no te detengas por nada ni por nadie – le susurro al pequeño para luego hacer posición de manos creando varios shurikens de cristal que fueron hacia el ninja que los acechaba - ¡CORRE! – le grito al niño.
En ese momento el niño empezó a correr, sin voltear atrás, sin dejar de llorar. Podía escuchar de nuevo el sonido de un enfrentamiento. Su hermana a diferencia de él, era considerada un genio; ella era habilidosa, talentosa, ingeniosa… quizás si sus padres la fueran ayudado a escapar sólo a ella en esos momentos estuviera a salvo… no estuviera peleando, sin embargo Lila, ese era su nombre, siempre le decía que él era millones de veces más especial, que en él dormía el verdadero poder de su elemento...
Pasaron algunos minutos, y el sonido se alejaba pero de un momento a otro ya no se escuchaba nada… ¿Sería la lejanía? Imposible él no corría tan rápido entonces volteo en dirección hacia donde su hermana se había quedado, sus lagrimas seguían bañando su rostro y sin darse cuenta tropezó contra una raíz... cayendo de lleno en el suelo húmedo de aquella concentración de arboles.
- Her…hermana – musito al tiempo que mordía su labio inferior y se daba cuenta que… ya no estaba solo en ese lugar.
- Mira lo que hemos encontrado, señor – se dejo escuchar una voz, era uno de ellos, de los que asesinaron a su pequeña comunidad no obstante el jovencito no levanto la cabeza.
- El ultimo que queda, es solo un niño pero su kekkei podría servirnos… - pronuncio haciendo que la piel del niño se espelucara, porque ese tono de voz era del sujeto con wl que su hermana se había quedado peleando - No debemos dejar que se auto-selle como lo hicieron todos, como lo hizo esta estúpida mocosa – pronuncio cruzando su mirada con la del pequeño que veía aterrorizado lo que yacía en la mano derecha del hombre.
- Li…lila…- pronuncio abrumado mientras sus orbes morados veían con mucho dolor, miedo, angustia el cuerpo inerte de su hermana.
- Sí, creo que ese era su nombre pero a quien le importa… ahora sé un buen niño y quedate quieto… - le dijo al tiempo que lanzaba el cuerpo de la niña a un lado y se acercaba a él.
En ese instante el miedo dio paso a la rabia, el jovencito solo quería vengar a su familia… pero él no podía hacer tal cosa, él no era poderoso ni talentoso. Solo era un niño que necesitaba a sus padres, que necesitaba a su hermana y ya ni ellos ni ella estaban ahí.
- Esto te dolerá mucho – comento el que habia matado a su hermana mientras lo tomaba por el cuello de la rasgada camisa.
No, no podía dejarse robar su kekkei, no podía darse el lujo de que el sacrificio de su clan, de sus padres, de su hermana fuera en vano. Su mirada paso del sujeto al cuerpo de Lila, su hermosa hermana que se había sacrificado por él… el solo verla en el estado en que ese hombre la había dejado despertaba las más grandes furias en el pequeñín.
- Te matare, a ti, a ellos, a todos – dijo con una voz tan vacía como tan llena de rencor.
Luego de pronunciar esas palabras las manos que lo sujetaban empezaron a cristalizarse, el hombre lo soltó rápidamente pero el proceso de cristalización en él había comenzando. Los ojos del niño brillaban, brillaban tan profundamente como el más precioso cristal mientras todo a su alrededor poco a poco iba transformándose en cristal.
- Todos a él no dejen que siga utilizando el cristal – dijo uno haciendo que todos los demás saltaran sobre él, pero varios picos de cristal salieron del suelo clavándose en dos de ellos provocándole rápidamente la muerte – Así que no eres tan enclenque como parecías… si quieres pelear lo haremos… Jutsu explosivo Pajaros de Arcillas – dijo haciendo que todo explotara alrededor del niño, pero cuando el humo se disipo seguía el cristal intacto…
- Te matare… - pronuncio el niño haciendo que tres grandes dragones de cristal se originaran de la nada y se dirigieran hacia los tres hombres que quedaban. No pudieron hacer nada, los dragones impactaron contra ellos haciéndolos perder sus vidas al instante – Sigues tu… - sentencio mientras sus orbes cristalinos se posaban contra el que parecía ser el líder además del único que quedaba con vida.
- No te dejare… Elemento Explosión: C4 – pronuncio creando un muñeco de arcilla que se elevo por el aire… - No importa cuán valioso sea tu kekkei aquí te mueres ¡EXPLOTA! – sentencio haciendo que el muñeco explotara causando un tremendo estruendo y una gran explosión que barrio con su vida y gran parte del bosque, además de humo también se podían observar partículas de cristal brillar como si fuesen lucecitas.
……………………………………………………………………………………………………………………………………
La mañana había llegado, el sol anunciaba un nuevo día. Mientras que lo que fuese que sucedió en el espeso, y ahora destruido bosque, solo quedaría en aquel lugar. Lejos de ahí, justo aguas abajo un hombre como de edad madura caminaba junto a un niño, ambos llevaban bandanas ninjas lo que los descubría como shinobis, exactamente de la Aldea Oculta entre la Niebla.
- Sensei… ¿No deberíamos ir hacia el otro lado? - pregunto el niño que no dejaba de mirar hacia atrás, justamente de donde se veía una espesa nube de humo y… ¿cristal?
- No, porque sea lo que sea que pase allá no es de muestra incumbencia… ¿Entendido, Joe?- dijo apurando su paso, a pesar de ser un jounnin pudo sentir como lo que sucedía allá estaba fuera de su nivel, no podía permitirse entrar en lucha con su pequeño e hiperactivo aprendiz cerca.
Su aprendiz lo siguió, pero su atención seguía enfocada en lo que fuera que paso en la lejanía. A los pocos minutos llegaron a un puentecito que servia de cruce de un amplio río lleno de rocas. Justo cuando iba por la mitad Joe se dio cuenta que había algo en una de las rocas.
- Sensei mire… una persona - comento rápidamente para luego saltar del puente, concentrando chakra en sus pies camino por encima del agua y llego hasta dónde estaba la persona.
- ¡Joe! - grito su sensei pero ya el niño había sacado del agua al otro… niño.
El hombre se acerco, e hizo los primeros auxilios al pequeño con su aprendiz viendo todo muy de cerca. El jovencito tenía el cabello morado y muchos cortes en su piel y ropa como si fuese estado peleando o huyendo, seguro provenía del lugar dónde había estado aquella concentración de explosiones por lo que mejor era moverse rápido. Sin esperar a que se despertara, lo cargo a su espalda y junto a su aprendiz emprendieron rápidamente la marcha a su aldea, alejándose lo más posible de ese lugar.
Habían pasado 3 semanas desde que llegaron a la Aldea; el niño seguía dormido, según los médicos despertaría en cualquier momento y solo por eso Joe no se despegada de él como si se tratase de su mejor amigo y quizás podrían serlo porque casi tenían la misma altura y por lógica debían tener la misma edad.
Justo al atardecer de la 4 semana, Joe se encontraba hablándole al inconciente chico sobre su entrenamiento de ese día cuando este despertó. Sus orbes violáceos parecían estar vacíos viendo con indiferencia la habitación hasta que se posaron sobre Joe que solo sonrío amistosamente.
- Hola ¿Cómo te sientes? Por fin despertaste, creí que nunca lo harías - hablo acercándose a la cama de su interlocutor.
- ¿Dónde estoy? ¿Quién eres tu? - pregunto llevándose la mano a la cabeza como si le doliera.
- En el hospital de la Aldea de la Niebla… Soy Joe, mi sensei y yo te encontramos en el río hace casi 4 semanas… ¿Tu como te llamas? - dijo con emoción haciendo gestos con sus manos para representar su relato.
- ¿Mi nombre?... Tobii… si, ese creo que es… - musito llevando su otra mano a la cabeza, como si el dolor fuese insoportable.
- ¿Crees? ¿De donde vienes? ¿Cómo llegaste al río? - volvió a bombardearlo con preguntas.
- No lo sé, no recuerdo… no puedo recordar - musito con miedo mientras Joe podía observar en sus orbes como la confusión lo invadía, entonces se acerco a él colocando la mano en su hombro.
- No te preocupes, te ayudare a encontrar esas respuestas... - le dijo sellando ese día el inicio de una gran amistad que se convertiría en leyenda… Fin (?)
Las horas pasaron y pasaron, y justo antes de la media noche un estruendo hizo salir volando a las aves que dormían y corriendo a aquellos que habitaban el suelo; un segundo estruendo se volvió a escuchar pero ahora vino acompañado por una fuerte ráfaga de viento que cortó varios árboles haciendo que sus hojas empezaran a caer sin embargo antes de que estas siquiera llegaran a la mitad de su recorrido volvieron a alzar el vuelo como si algo fuese evitado que siguieran su camino. Y así fue porque varios ninjas se detuvieron en algunas ramas.
- ¡Maldición! ¿Dónde pueden estar? – pregunto uno de los ninjas al que parecía ser el líder.
- No lo sé, pero no pueden ir lejos solo son niños. Sigamos, sé que pronto los encontraremos – ordeno y como por arte de magia todos desaparecieron.
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La media noche estaba justo por llegar, cuando en la zona oeste de ese bosque dos pequeños corrian sin detenerse. Sus ropas iban sucias, llenas de sangre y rasgadas, el más pequeño lloraba desconsoladamente mientras la, que parecía ser, mayor prácticamente lo hacía correr sujetando su mano.
- ¡Basta, deja de llorar! – grito al niño al tiempo que se detenida y lo miraba de frente, pero su orden en vez de calmarlo hizo que este estallara en aún más lágrimas causando culpa en la jovencita – Por favor, hermanito, no llores más, debemos continuar, debemos escapar… - le dijo mientras lo acobijaba entre sus brazos tratando de calmarlo.
- Pe…pero… madre… padre… nuestros amigos… todos… todos… están… muertos… - musito entre sollozos casi imperceptibles ya que se perdían en los brazos de su hermana mayor - ¿Cómo puedes no… llorar… no tener miedo? – pregunto sin dejar de llorar.
- Si tengo miedo, si quiero llorar… padre y madre… los demás… pero no podemos hacer nada, se sacrificaron para que pudiésemos escapar no podemos dejar que ellos nos encuentren... debemos continuar y escondernos… - dijo tragándose sus ganas de sollozar, debía ser fuerte por su hermanito menor, por él pelearía, por él moriría si fuese necesario – Vamos, debemos continuar – susurro separándose de él para tomarlo de nuevo por su manito y volver a correr.
El niño solo asintió con su cabeza para volver ser arrastrado por su hermana mayor. El cabello de ambos bajo la luz de la luna parecía ser de colores morados, siendo mucho más oscuro en el masculino.
Los niños no habían corrió más de 5 metros cuando un kunai rozo la mejilla de la mayor haciendo que esta se detuviese en el acto mientras sus orbes violáceos buscaban de donde había venido el ataque.
- ¿Sus padres no les dijeron que los niños buenos se van a la cama a las 9:00 pm? – dijo un ninja de vestimenta totalmente negra desde una de las ramas de los arboles. La niña al verlo palidecío colocando a su pequeño hermano tras ella.
- Si, muchas veces pero hoy no me lo recordaron porque TU bastardo los asesinaste – escupió con mucho rencor mientras pensaba una forma de librarse de su perseguidor pero teniendo a su hermanito con ella iba a ser realmente complicado.
- Son muchas tus agallas, espero que las conserves cuando este robando tu Kekkei – pronuncio con un tono de gran malicia.
- Primero me sacrifico antes de dejar que te lo quedes… - le respondió, quizás si lo distraía podía lograr que su hermanito huyera no importaba si ella moría.
- Cómo hicieron todos los de ese clan… es una lástima que un Kekkei tan preciado se pierda de esa forma… - recordó haciendo un gesto de pena con sus manos.
- Lo distraere, en ese momento tu correrás lo más rápido que puedas… no te detengas por nada ni por nadie – le susurro al pequeño para luego hacer posición de manos creando varios shurikens de cristal que fueron hacia el ninja que los acechaba - ¡CORRE! – le grito al niño.
En ese momento el niño empezó a correr, sin voltear atrás, sin dejar de llorar. Podía escuchar de nuevo el sonido de un enfrentamiento. Su hermana a diferencia de él, era considerada un genio; ella era habilidosa, talentosa, ingeniosa… quizás si sus padres la fueran ayudado a escapar sólo a ella en esos momentos estuviera a salvo… no estuviera peleando, sin embargo Lila, ese era su nombre, siempre le decía que él era millones de veces más especial, que en él dormía el verdadero poder de su elemento...
Pasaron algunos minutos, y el sonido se alejaba pero de un momento a otro ya no se escuchaba nada… ¿Sería la lejanía? Imposible él no corría tan rápido entonces volteo en dirección hacia donde su hermana se había quedado, sus lagrimas seguían bañando su rostro y sin darse cuenta tropezó contra una raíz... cayendo de lleno en el suelo húmedo de aquella concentración de arboles.
- Her…hermana – musito al tiempo que mordía su labio inferior y se daba cuenta que… ya no estaba solo en ese lugar.
- Mira lo que hemos encontrado, señor – se dejo escuchar una voz, era uno de ellos, de los que asesinaron a su pequeña comunidad no obstante el jovencito no levanto la cabeza.
- El ultimo que queda, es solo un niño pero su kekkei podría servirnos… - pronuncio haciendo que la piel del niño se espelucara, porque ese tono de voz era del sujeto con wl que su hermana se había quedado peleando - No debemos dejar que se auto-selle como lo hicieron todos, como lo hizo esta estúpida mocosa – pronuncio cruzando su mirada con la del pequeño que veía aterrorizado lo que yacía en la mano derecha del hombre.
- Li…lila…- pronuncio abrumado mientras sus orbes morados veían con mucho dolor, miedo, angustia el cuerpo inerte de su hermana.
- Sí, creo que ese era su nombre pero a quien le importa… ahora sé un buen niño y quedate quieto… - le dijo al tiempo que lanzaba el cuerpo de la niña a un lado y se acercaba a él.
En ese instante el miedo dio paso a la rabia, el jovencito solo quería vengar a su familia… pero él no podía hacer tal cosa, él no era poderoso ni talentoso. Solo era un niño que necesitaba a sus padres, que necesitaba a su hermana y ya ni ellos ni ella estaban ahí.
- Esto te dolerá mucho – comento el que habia matado a su hermana mientras lo tomaba por el cuello de la rasgada camisa.
No, no podía dejarse robar su kekkei, no podía darse el lujo de que el sacrificio de su clan, de sus padres, de su hermana fuera en vano. Su mirada paso del sujeto al cuerpo de Lila, su hermosa hermana que se había sacrificado por él… el solo verla en el estado en que ese hombre la había dejado despertaba las más grandes furias en el pequeñín.
- Te matare, a ti, a ellos, a todos – dijo con una voz tan vacía como tan llena de rencor.
Luego de pronunciar esas palabras las manos que lo sujetaban empezaron a cristalizarse, el hombre lo soltó rápidamente pero el proceso de cristalización en él había comenzando. Los ojos del niño brillaban, brillaban tan profundamente como el más precioso cristal mientras todo a su alrededor poco a poco iba transformándose en cristal.
- Todos a él no dejen que siga utilizando el cristal – dijo uno haciendo que todos los demás saltaran sobre él, pero varios picos de cristal salieron del suelo clavándose en dos de ellos provocándole rápidamente la muerte – Así que no eres tan enclenque como parecías… si quieres pelear lo haremos… Jutsu explosivo Pajaros de Arcillas – dijo haciendo que todo explotara alrededor del niño, pero cuando el humo se disipo seguía el cristal intacto…
- Te matare… - pronuncio el niño haciendo que tres grandes dragones de cristal se originaran de la nada y se dirigieran hacia los tres hombres que quedaban. No pudieron hacer nada, los dragones impactaron contra ellos haciéndolos perder sus vidas al instante – Sigues tu… - sentencio mientras sus orbes cristalinos se posaban contra el que parecía ser el líder además del único que quedaba con vida.
- No te dejare… Elemento Explosión: C4 – pronuncio creando un muñeco de arcilla que se elevo por el aire… - No importa cuán valioso sea tu kekkei aquí te mueres ¡EXPLOTA! – sentencio haciendo que el muñeco explotara causando un tremendo estruendo y una gran explosión que barrio con su vida y gran parte del bosque, además de humo también se podían observar partículas de cristal brillar como si fuesen lucecitas.
……………………………………………………………………………………………………………………………………
La mañana había llegado, el sol anunciaba un nuevo día. Mientras que lo que fuese que sucedió en el espeso, y ahora destruido bosque, solo quedaría en aquel lugar. Lejos de ahí, justo aguas abajo un hombre como de edad madura caminaba junto a un niño, ambos llevaban bandanas ninjas lo que los descubría como shinobis, exactamente de la Aldea Oculta entre la Niebla.
- Sensei… ¿No deberíamos ir hacia el otro lado? - pregunto el niño que no dejaba de mirar hacia atrás, justamente de donde se veía una espesa nube de humo y… ¿cristal?
- No, porque sea lo que sea que pase allá no es de muestra incumbencia… ¿Entendido, Joe?- dijo apurando su paso, a pesar de ser un jounnin pudo sentir como lo que sucedía allá estaba fuera de su nivel, no podía permitirse entrar en lucha con su pequeño e hiperactivo aprendiz cerca.
Su aprendiz lo siguió, pero su atención seguía enfocada en lo que fuera que paso en la lejanía. A los pocos minutos llegaron a un puentecito que servia de cruce de un amplio río lleno de rocas. Justo cuando iba por la mitad Joe se dio cuenta que había algo en una de las rocas.
- Sensei mire… una persona - comento rápidamente para luego saltar del puente, concentrando chakra en sus pies camino por encima del agua y llego hasta dónde estaba la persona.
- ¡Joe! - grito su sensei pero ya el niño había sacado del agua al otro… niño.
El hombre se acerco, e hizo los primeros auxilios al pequeño con su aprendiz viendo todo muy de cerca. El jovencito tenía el cabello morado y muchos cortes en su piel y ropa como si fuese estado peleando o huyendo, seguro provenía del lugar dónde había estado aquella concentración de explosiones por lo que mejor era moverse rápido. Sin esperar a que se despertara, lo cargo a su espalda y junto a su aprendiz emprendieron rápidamente la marcha a su aldea, alejándose lo más posible de ese lugar.
Habían pasado 3 semanas desde que llegaron a la Aldea; el niño seguía dormido, según los médicos despertaría en cualquier momento y solo por eso Joe no se despegada de él como si se tratase de su mejor amigo y quizás podrían serlo porque casi tenían la misma altura y por lógica debían tener la misma edad.
Justo al atardecer de la 4 semana, Joe se encontraba hablándole al inconciente chico sobre su entrenamiento de ese día cuando este despertó. Sus orbes violáceos parecían estar vacíos viendo con indiferencia la habitación hasta que se posaron sobre Joe que solo sonrío amistosamente.
- Hola ¿Cómo te sientes? Por fin despertaste, creí que nunca lo harías - hablo acercándose a la cama de su interlocutor.
- ¿Dónde estoy? ¿Quién eres tu? - pregunto llevándose la mano a la cabeza como si le doliera.
- En el hospital de la Aldea de la Niebla… Soy Joe, mi sensei y yo te encontramos en el río hace casi 4 semanas… ¿Tu como te llamas? - dijo con emoción haciendo gestos con sus manos para representar su relato.
- ¿Mi nombre?... Tobii… si, ese creo que es… - musito llevando su otra mano a la cabeza, como si el dolor fuese insoportable.
- ¿Crees? ¿De donde vienes? ¿Cómo llegaste al río? - volvió a bombardearlo con preguntas.
- No lo sé, no recuerdo… no puedo recordar - musito con miedo mientras Joe podía observar en sus orbes como la confusión lo invadía, entonces se acerco a él colocando la mano en su hombro.
- No te preocupes, te ayudare a encontrar esas respuestas... - le dijo sellando ese día el inicio de una gran amistad que se convertiría en leyenda… Fin (?)
